El problema del mal.
El problema del mal ya aparece en la filosofía gnóstica. Si Dios es todo bondad, ¿porqué existe el mal en el mundo?
Los gnósticos respondían que existían tres entidades divinas. En otro momento podemos hablar con ella con más detalle.
Resumiendo, podemos decir que la cuestión el mal se daba porque el Dios creador de este mundo, es malvado, diferenciado de un Dios más allá de la creación y luminoso.
En esta ocasión no quiero centrarme tanto en el origen del mal en si mismo, aunque intuyo que tiene bastante que ver, como en la visión gnóstica, con la realidad material del ser humano.
Si no en el hecho que el ser humano califica como malvados impulsos intrínsecos a si mismo. El ser humano es por tanto malvado, cuando se compara con el ideal que se pide a si mismo.
Esto se enseña metafóricamente a través del mito del pecado original. El ser humano desciende de una criatura pecadora, que está en deuda con Dios, y que por tanto debe suplicar, obedecer, los mandatos divinos y, por extensión, los de sus ministros.
La tendencia general es a aceptar la sumisión y el masoquismo como la única forma válida de expiar la culpa de pecar de pensamiento. Yo denuncio que el masoquismo es en el fondo una forma de soberbia retorcida, un afán de protagonismo hipócrita. De esa manera, intentamos recibir algo de la gloria de nuestros ídolos masoquistas: Cristo, Abraham, la mayoría de los santos, ...
Se le llama biena reprimir nuestra sexualidad, nuestros impulsos, nuestros propios valores.
Yo propongo otro método. Solo a través de la aceptación de ese llamado mal, y la integración en nuestro día a día podemos ampliar nuestra prisión mental, dejándonos el espacio suficiente para crecer. Permitámonos alguna travesura, algo de hedonismo, un poco de egoísmo.
No hablo de asesinato, robo y violación. De hecho los crímenes violentos se dan en mayor número en las sociedades más represivas.
Hablo de un conocimiento más profundo de uno mismo. De reconocer los propios gustos. De aprender a decir que no a la corriente principal. De intentar cumplir nuestros deseos egoístas.
Sí. Lo se. Se que seré satanizado por defender esto. Bien. Solo me estaréis dando la razón. Que el ser humano no nació para poner la otra mejilla. Que el que no se ama a si mismo no puede amar al prójimo. Que el amor no se entrega a cualquiera, si no a los que elegimos.
Recordad. Nadie os ha obligado a leer estas líneas. Nadie os obliga a hacer ningún caso de lo leído. No intentéis obligarnos a hacer lo contrario.
DCLXVI
Los gnósticos respondían que existían tres entidades divinas. En otro momento podemos hablar con ella con más detalle.
Resumiendo, podemos decir que la cuestión el mal se daba porque el Dios creador de este mundo, es malvado, diferenciado de un Dios más allá de la creación y luminoso.
En esta ocasión no quiero centrarme tanto en el origen del mal en si mismo, aunque intuyo que tiene bastante que ver, como en la visión gnóstica, con la realidad material del ser humano.
Si no en el hecho que el ser humano califica como malvados impulsos intrínsecos a si mismo. El ser humano es por tanto malvado, cuando se compara con el ideal que se pide a si mismo.
Esto se enseña metafóricamente a través del mito del pecado original. El ser humano desciende de una criatura pecadora, que está en deuda con Dios, y que por tanto debe suplicar, obedecer, los mandatos divinos y, por extensión, los de sus ministros.
La tendencia general es a aceptar la sumisión y el masoquismo como la única forma válida de expiar la culpa de pecar de pensamiento. Yo denuncio que el masoquismo es en el fondo una forma de soberbia retorcida, un afán de protagonismo hipócrita. De esa manera, intentamos recibir algo de la gloria de nuestros ídolos masoquistas: Cristo, Abraham, la mayoría de los santos, ...
Se le llama biena reprimir nuestra sexualidad, nuestros impulsos, nuestros propios valores.
Yo propongo otro método. Solo a través de la aceptación de ese llamado mal, y la integración en nuestro día a día podemos ampliar nuestra prisión mental, dejándonos el espacio suficiente para crecer. Permitámonos alguna travesura, algo de hedonismo, un poco de egoísmo.
No hablo de asesinato, robo y violación. De hecho los crímenes violentos se dan en mayor número en las sociedades más represivas.
Hablo de un conocimiento más profundo de uno mismo. De reconocer los propios gustos. De aprender a decir que no a la corriente principal. De intentar cumplir nuestros deseos egoístas.
Sí. Lo se. Se que seré satanizado por defender esto. Bien. Solo me estaréis dando la razón. Que el ser humano no nació para poner la otra mejilla. Que el que no se ama a si mismo no puede amar al prójimo. Que el amor no se entrega a cualquiera, si no a los que elegimos.
Recordad. Nadie os ha obligado a leer estas líneas. Nadie os obliga a hacer ningún caso de lo leído. No intentéis obligarnos a hacer lo contrario.
DCLXVI
4 comentarios
Nox Umbra -
Sin embargo no hay que perder las esperanzas, no?
Como dijo alguien:
"Hay que empezar despacio a deshacer el mundo"
uroboros -
Ciertamente las bases de esa
tendencia hacia "dios y el bien"fueron creadas por Platón.El fue el primer ladrillo del muro de separación del ser humano.Actualmente el muro ha llegado lejos,por suerte,hay agujeros.
Nox Umbra -
uroboros -