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O. N. D.

Política y sociedad

Pregunta sobre sexo.

Pregunta sobre sexo.

Existen en la cultura popular gran número de ideas erróneas, que un iniciado. un nuevo Dios debe desterrar. Una de las más básicas está relacionada con los tabúes sexuales. En mi opinión, la sexualidad es uno de ellos. Y es de suma importancia. Las religiones esclavistas y otros grupos de presión, han conseguido que exista una visión del sexo “bueno” y uno “malo”, perverso. No siempre a sido así, ni en toda creencia permanece esa idea. La mayoría de los que comulgan con estas ideas, también creerán que si una mujer con la menstruación toca una planta esta morirá. En cambio, si es se aporta un indicio bastante bueno con siguiente hecho: existen más crímenes sexuales, y crímenes violentos en general, en las sociedades más represivas. ¿La parte positiva? Los medios de comunicación de masas, como la televisión, suelen ejercer una censura tan grande sobre estos temas... Así que aunque tenemos muy claro que la violencia se usa para vengar a un familiar, o compañero, por patriotismo o por afán de lucro, en cambio nadie sabe para que sirve y como se usa el sexo. Excepto, generar nuevos y pequeños esclavos.

Lo que es caldo de cultivo para mentiras divulgadas a diestro y siniestro.

Lo que es un campo entero donde sembrar y recoger prolíficas cosechas. Solo es cuestión de recibir la luz y la oscuridad adecuadas.

Se responsable de tus actos

Se responsable de tus actos

En la anterior etapa hablamos largo y tendido del problema del mal, del principio de placer.

Nadie habló en contra de que la moral fuera algo personal. Es un tema muy interesante en si mismo. Porque, como debéis saber existen especialistas en venta de moral. E incluso se dirigen a ti puerta a puerta. Ya sabéis a quienes me refiero.

Debéis hacer el favor de entender que el esfuerzo de “desprogramación” ha de ser grande.

Los valores televisivos, con su reparto de papeles estandarizado no te hacen ningún bien. Cualquier teleserie tiene tanto veneno para la mente como una poderosa droga que eliminase tu voluntad.

La cuestión es que, pese a todo, hay mucha gente que prefiere la pertenencia a un grupo que un incremento sustancial de su poder personal. Si te parece un pensamiento muy ajeno, estás en nuestro camino. Pero aún así, haz el favor de entender la diferencia entre el rebaño y tú, porque en esa diferencia es donde se apoya todo lo que representa esta Orden. Cada uno de los miembros aceptados puede considerarse un Señor o Dama, pero se espera que obre en consecuencia.

Decía un hombre sabio que “los esclavos servirán”. No es una amenaza, y nadie será forzado, es algo descriptivo.

Belleza aprendida.

Una reciente lectura en un portal que me gusta promocionar, babydark, me ha hecho volver de nuevo a uno de mis temas de meditación favoritos.
Es el concepto de lo que es bello en un ser humano. Me centro en esta ocasión en lo que podemos llamar, a falta de un termino mejor, “cultura occidental” y la exaltación de un determinado modelo de belleza.
Desde el ciudadano de a pie, pasando por las marcas comerciales, y sobre todo los medios de comunicación de masas, todos colaboramos en difundir un modelo de belleza que lejos de hacernos felices, fomenta un sentimiento de angustia, una mortificación exagerada.
De esta belleza “consensuada”, lejana a los cánones de ninguna época anterior, y producto sin duda de la decadencia de una cultura acomodada, decadente, destacaría dos peculiaridades.
La primera, la expresada en la dirección facilitada anteriormente. La falta de coherencia entre el modelo vendido y la realidad cotidiana. En los últimos años la diferencia de peso entre una mujer de las pasarelas y la de una hija de vecino se ha dilatado enormemente. En la actualidad, la diferencia es ya superior al 20% . Las modelos, por lo tanto, no son valoradas por ser representativas de una mujer de nuestra época y cultura. Son valoradas por su extrañeza.
Así, solo podemos hacernos daño al intentarnos parecer a humanos de características físicas inusuales. Imagínense que en vez de la extrema delgadez, fuera el enanismo lo exhibido en las pasarelas, de nada nos serviría comparar nuestras proporciones con las de un enano, siempre nos veríamos desproporcionados.

La segunda es la rentabilidad de esos modelos. Y sobre todo un círculo de consumismo, que a través de la publicidad recoge toda la inseguridad, infelicidad, deseos no cumplidos, ... ofreciendo soluciones a nuestra falta de pertenencia a un grupo, baja estima, en forma de productos de consumo.
Con esta segunda apreciación podemos ya empezar a imaginar, si tantos quebraderos de cabeza y enfermedades mentales genera y tantas críticas suscita, ¿porqué los medios continúan emitiéndolo? Sí. No se engañen. Es una cuestión de rentabilidad.
Incluso, habiéndose estancado el mercado femenino, ahora aparece el modelo “metrosexual” para volvernos locos también a los varones. ¡Si quieres ser alguien, hay que consumir, muchacho!
Toda esta belleza, antinatural, claramente aprendida, que nos aleja más aún de nuestros gustos naturales. Una belleza nada platónica, que va variando, con la suficiente lentitud como para que no nos demos cuenta, y la rapidez necesaria para producir los beneficios económicos necesarios. Que se adopta en la mayoría de ocasiones más para gustar a otros, que por el propio placer.
Una monstruosidad.

Solo me queda afirmar que el consumidor se convierte en el rebaño que alimenta a los inversores de empresas de cosméticos, ropa, publicaciones de moda, clínicas de estética, esteticistas ... toda una familia de necesidades “estéticas” creadas artificialmente, nunca solicitadas por el público, pero aceptadas en general.
Necesidades que la publicidad modela a partir de cualquier deficiencia que podamos tener, consensuada a través de los medios de comunicación de masas, y de dudoso beneficio para su consumidor.

Represión sexual, 2ª parte.

Por Nox Umbra

En las últimas centurias la represión del deseo hedonístico que constituye el alma del goce sensual, del deseo sexual; ha desarrollado progresivamente una estrategia que en lugar de oponerse a la sexualidad, la fomenta, la sobre-explota a través de mensajes que de diversa forma han ido eliminando los aspectos emotivos y espirituales de la sexualidad.

En las últimas décadas ha habido una excesiva producción de discursos sobre la sexualidad, que aunque diversos, todos ellos cumplen todos un papel coactivo. Tal oferta informativa no debería de ser tomada como una simple e inocente apertura de las mentalidades en lo referente al tema de la sexualidad sino que tendría que ser evaluada como una forma de ejercicio de poder y dominación.

Los múltiples discursos sobre sexualidad, estrían en realidad operando como muro de contención, una forma de dirigir y ordenar las ideas respecto del tópico en cuestión. Al ser sacada del ámbito privado e individual, la sexualidad es tematizada como ámbito de análisis y opinión generando un campo de conocimiento que es definido no por el sujeto de conocimiento, sino por un sistema de relaciones de poder que siguen las pautas normadas por éste.
Los diversos discursos referidos a la sexualidad operan definiéndola, no solo por lo que se dice, sino también por lo que se calla respecto del tema.

La intención es estructurar todo un sistema de pensamiento que funcione coactivamente desde el interior de los individuos, así como desde el exterior. De esta forma este ámbito del saber, al igual que todos los demás, se constituye en un ámbito que escapa a la decisión del sujeto.
Sin embargo, a partir del discurso que éste generará para definir su opinión de la sexualidad, operará definiendo al sujeto mismo; lo describirá en cierta forma, pero siempre a partir de la lógica definida por el poder.

Se gesta así un entramado de relaciones de poder que generan diversos discursos sobre la sexualidad que se constituyen en un ejercicio de dominación sobre el individuo, dominación que se funda en los mecanismos de poder y en los presupuestos que éste establece para definir a los individuos. Es decir que a partir de los discursos sobre la sexualidad mediatizados por los mecanismos de poder, se definen “áreas temáticas sexuales” que operarían definiendo “tipos específicos” de individuos (pervertidos, adúlteros, onanistas, etc).

De esta manera, la sexualidad se ha ido incorporando socialmente como área de conocimiento definida por la lógica del poder a fin de constituirse como instrumento de control social.

En los albores de la revolución industrial , la sociedad burguesa intentó siempre tematizar la sexualidad y sus posibles “desviaciones” (definidas como tales por las relaciones de poder), a fin de prevenir las consecuencias de éstas.
Las define, las hace visibles para, a partir de los supuestos delineados por el poder al respecto del tema, tipificar a los individuos para así exponerlos y controlarlos.

Sin embargo el control ejercido sobre la sexualidad no debe analizarse solo desde una perspectiva materialista, que si bien puede ser pertinente, no abarca el tema de la sexualidad como mecanismo de control social en su esencia.
Tampoco debe realizarse este análisis a partir de la asunción del poder como instrumento en manos de un grupo social, pues esta perspectiva limitara el análisis.

El concepto de poder con mayor capacidad explicativa del fenómeno de la sexualidad como mecanismo de control y dominación, es el desarrollado por Michel Foucault. Este filósofo define al poder no como un instrumento en manos de un determinado grupo social, el poder no es una institución, sino que es el nombre que se da a una estrategia compleja en un contexto social dado. Así, el poder no debe ser concebido para el análisis, como englobándolo todo, sino como procedente de todas las partes de una estructura.

El poder es una instancia impersonal, como impersonales son las relaciones de poder que definirían en este caso la sexualidad. Sin embargo que sean impersonales no implica que no estén cargadas de intencionalidad. Por otro lado las relaciones de poder estarán definidas por las estrategias de oposición entre poder y resistencia, la cual también es parte de las fuerzas de poder. Es el interjuego entre fuerzas de poder lo que generará modificaciones en el entramado de relaciones de poder, que se reflejarán definiendo las formas discursivas de poder que constituirán nuevos ámbitos de entrecruzamiento de estas fuerzas.

De acuerdo a tal afirmación, se puede deducir que es el interjuego de fuerzas de poder el que operaría produciendo la sexualidad. La sexualidad sería entonces un ámbito que el poder intenta reducir, definir, delinear.
SEXUALIDAD sería, entonces el nombre de un dispositivo histórico. Histórico, pues sufrirá modificaciones a través del tiempo como resultado del interjuego de las fuerzas de poder.

Así durante los últimos tres siglos el discurso de la sexualidad ha dejado de lado, en gran medida, las prescripciones morales y religiosas; es decir la represión sexual, para caracterizarse por una sobre-representación discursiva de la sexualidad. Esto a fin de definirla, de producirla de acuerdo a las leyes que dirigen la dinámica del interjuego de fuerzas de poder.

Hoy en día la suposición de que existe un aparato institucional de represión sexual es insostenible, somos bombardeados permanentemente con mensajes de contenido sexual, contenido que puede ser sutil o no, pero que cumple siempre la misma función: producir la sexualidad pero no definida por el individuo, sino por las fuerzas de poder que le imprimirán así su dinámica.

Esta dinámica no se explica en virtud de conceptos morales o religiosos, como lo fue en un primer momento, sino que se explica por la necesidad de la sociedad de producir las conductas humanas que resulten concordantes con el carácter de la sociedad capitalista, materialista y desalmada, tanto por despiadada como por falta de espiritualidad.

El excesivo tratamiento de la sexualidad sacada de su ámbito privado, tiene por objeto crear un producto sexual carente de espiritualidad, de emoción; para sobredimensionar como carácter positivo y preponderante de lo corporal por sobre lo emotivo y lo espiritual.

Tal es la idiosincrasia de la sexualidad como producto.
Un producto premoldeado para consumir al estilo “fast food”, donde se consume una sexualidad que es expresión predefinida de ésta, focalizada en sus aspectos corporales. Pero de un cuerpo asumido como mero objeto de consumo y no de deleite sensual.
La sexualidad deja de ser una expresión del deseo, una pulsión de deleite sensual que anula la razón y nos transforma en seres fantasiosos, creativos, mágicos y espirituales; para transformarse en un objeto de consumo.
Se reprime el componente espiritual de la sexualidad, no el físico; que es sobre-explotado.

El éxito de este reciente modelo de represión de lo sexual reside en que la “represión” está encubierta en discursos que definen y producen la sexualidad, y que proceden del ámbito de la sexualidad y no desde fuera del mismo o contra la sexualidad.

Como bien señalara Foucault, la excesiva producción de discursos sobre la sexualidad no responde a una inocente “voluntad de saber”, sino que constituye la expresión material del dispositivo histórico en que se ha convertido la Sexualidad (dispositivo de represión por “predefinición” de lo sexual y enmascaramiento de la represión).

Esta excesiva producción de discursos sobre la sexualidad, que se ha convertido en uno de los temas centrales del pensar contemporáneo en todos los ámbitos sociales; es tomada por los individuos como una apertura hacia la sexualidad, una liberalización de la misma.
La Sexualidad es el dispositivo histórico que ha encontrado el Capitalismo para definir y producir la Sexualidad misma, eliminando sus aspectos emotivos y centrando la atención en una creciente afirmación del cuerpo sobre la olvidada alma.

He ahí la trampa

Mediante la producción de la sexualidad, materializada en un sinnúmero de diversos discursos que transmiten su contenido por diversos medios y soportes, ya sea publicidad, cine, música, revistas, TV, libros, teatro, moda, “consejos tendientes a mejorar la calidad de vida”, Internet, y muchos otros que se me estarán escapando; recibimos el mensaje contenido en esos discursos sobre sexualidad en forma permanente. De esta forma su mensaje se internaliza y se toma como referencia de la verdadera sexualidad

Lo que es interpretado como apertura frente a lo sexual, liberalización de la misma, en realidad no significa ninguna libertad, ninguna aceptación de lo sexual como parte esencial del ser humano. Muy por el contrario

Los discursos sobre sexualidad, como discursos que son, se rigen por la dinámica discursiva que subyace en el mensaje. Todo mensaje tiene una Intencionalidad que le es inherente, que lo define como mensaje.
La intención de estos discursos sobre sexualidad sería transformar la sexualidad en una expresión consumista, carente de emotividad y espiritualidad.

La represión de la sexualidad es un supuesto ya insostenible a la negra sombra de una sexualidad masificada y seriada. Sin embargo la finalidad de los mecanismos de represión sexual, en sus diversas formas, sigue siendo la misma:

A través de la historia la represión de la sexualidad ha tenido y tiene en la mira siempre el mismo objetivo a aniquilar: las alas del Deseo: Mágica, embriagadora y poderosa pulsión que alimenta a nuesta Alma .- NOX UMBRA

Represión sexual

Por Nox Umbra.

El tema de de la represión sexual es un tema que puede ser abordado a partir de múltiples variables; dado que como todo fenómeno social tiene un fundamento multicausal (organización social, religión, control, creación de identidad, explotación económica, destrucción del individuo, etc).
No obstante esta diversidad de factores que han llevado a que la sexualidad humana se erigiera como un ámbito de represión, ésta ha tenido siempre el mismo objetivo; el cual fue y ha sido siempre la represión del deseo y la emotividad; es decir la represión del componente espiritual de la sexualidad, su pathos.

Cuando digo DESEO no estoy refiriendo al simple deseo sexual, sino a un deseo más profundo, extenso e intenso: el DESEO por la VIDA, el DESEO de SER.
El deseo como sensibilización, como sujeción a los sentidos que se abren progresivamente a la Naturaleza de la mano de una potencia transformadora y vital que nos acerca a nuestro ser esencial....Y nos aparta del sentido racional, de la acción racional.

El DESEO provoca el fracaso de los elementos cargados de sentido lógico racional, rompe las cadenas impuestas por la Razón. Esta libertad debería ser puesta, entonces, bajo el dominio del control social a través de mecanismos que operaran reprimiendo el deseo.

El desarrollo de mecanismos de represión del deseo y por consiguiente de su forma de expresión definitiva a traves del sentido genésico, es decir, la sexualidad; ha atravesado diversas etapas a lo largo de la historia. Etapas que caracterizaron la delineación de estos mecanismos represivos en virtud de las mentalidades propias de cada período histórico.
No obstante las posibles variaciones formales de los mecanismos desarrollados, las bases que sustentaron a los mismos han sido, en lineas generales, las mismas: la transvalorización de lo bueno en malo y lo malo en bueno; y la imposición del pensamiento lógico-racional como el único socialmente aceptable.

Una de las características del pensamiento racional es la eliminación de la emotividad, del pathos vital de la pasión, del elemento mágico y fantasioso que pudiera albergar la mente humana. La razón proscribe la libertad, aduciendo que el equilibrio y la armonía solo se encuentra en la “sensatez”, en las “ideas calculadas”, en el “justo medio”. En resúmen, en la mediocridad.


Así, en un primer momento, la represión sexual se limitó mayoritariamente a la represión de la sexualidad no reproductiva, definiendo conductas y practicas sexuales socialmente aceptables o condenables.
Todo ello en virtud de elementos ideológicos procedentes de la religión y moral juidío mosaica (distintas de las ideas de Jesus, quien se oponía al rigor de la ley mosaica) a la que posteriormente se agregaron elementos de la religión y moral cristiana propugnada por la iglesia (distintas a las propuestas de Jesus, quien siempre alienta a vivir)

Inicialmente, la Represión de la Sexualidad No Reproductiva que estableció el pueblo judío en el comienzo de su historia, no tenia para los judíos un fin moral, sino que, primordialmente, intentaba establecer elementos culurales que permitieran una clara diferenciación ideológica respecto de los pueblos que los rodeaban. También respondía a fines políticos y militares.

Los pueblos del Asia Menor invadidos por los judíos consideraban el placer sexual como un regalo de los dioses, y los ritos de fertilidad, la prostitución sagrada (de ambos sexos), formaban parte integral de las religiones no monoteístas. Por lo tanto, la lucha contra las demás religiones (fundamento del carácter nacional de los judíos), adquirió características de combate contra el placer.

Es decir, la lucha contra la llamada idolatría se convirtió en lucha contra el cuerpo, propio y el ajeno.

Esto no costó demasiado a los judíos dado que fueron representantes de las primeras sociedades totalmente patriarcales de la historia. Para ellos la obediencia, la confianza en la autoridad, era una alta virtud.

Por otro lado, la represión de lo sexual estaría vinculada con el incipiente desarrollo de la idea de propiedad privada, que tan bien analizara Engels unos siglos atrás.

La aniquilación del deseo, cuya naturaleza es vital, libre y arrasadora, permite ordenar y disciplinar la sociedad. Con los siglos se agregará a estas cualidades de la represión de lo corporal, la capacidad de sojuzgar poblaciones enteras, sin que estas siquiera lo perciban ni se inmuten.

Para imponer el “poder” del padre en contra del “poder” natural, por su carácter biológico, de la madre, hace falta un rígido control social, constantemente presente en todas las esferas de la vida.
Este control que impondrá lo masculino, CULTURAL y SOCIAL, por sobre lo femenino y NATURAL, es decir no-cultural; será instrumentado por la represión del deseo, de la sexualidad, de lo corporal. Es decir la represión e incluso aversión por las manifestaciones humanas de índole natural.

La historia de la represión y control social sobre lo corporal y lo sexual no es más que la historia de lo cultural contra lo natural.

Así, desde la antigüedad se han venido imponiendo las más aberrantes, ridículas y desopilantes prohibiciones contra la sexualidad y el cuerpo. Muy en especial contra el cuerpo de la mujer; que vendría a jugar aquí el rol del cuerpo del condenado (y la condenación.)


Retomando la moral judeocristiana como raíz de este proceso de represión, cabe señalar que entre los judíos a fin de reprimir lo corporal, muchas manifestaciones sexuales se prohibieron y se castigaron con la muerte. No solo se castigaba, básicamente, la sexualidad no reproductiva, sino que también era castigada la sexualidad reproductiva si ésta, en lugar de guiarse por normas sociales, se había dejado librada al reinado del deseo.

La prohibición de la Sexualidad No Reproductiva (homosexualidad, bestialismo y pedofilia) lleva implícita la idea de promover la Sexualidad Reproductiva, planteándola como una obligación social.
Muchos autores opinan que de esa forma el deseo personal de dejar descendencia deja de ser individual para convertirse en obediencia a la ley.

Discrepo en ello, dado que el deseo de dejar descendencia por mas fomentado y sostenido por la ley que esté, nunca deja de ser un deseo de concreción personal regido por la voluntad del individuo. Ninguna ley se ha superpuesto jamás sobre la voluntad humana de dejar descendencia o no.
Este deseo esta ordenado por leyes superiores a las humanas, por lo cual ninguna ley social lo puede dirigir.
Por ello creo que cuando se considera que las normas sociales que fomentan la sexualidad reproductiva despojan a la gente de su capacidad de decisión al respecto, tal consideración es errónea y esconde ciertos elementos ideólogicos relacionados con los medios de represión de la sexualidad.
Que se fomente la sexualidad reproductiva, aún haciéndola parecer una obligación social, no la impone con fuerza de ley, los individuos siguen manteniendo su capacidad de decidir al respecto.

Por otro lado el fomento de la sexualidad reproductiva no implica un mecanismo de represión del deseo o de la sexualidad; pues especialmente esta última, la sexualidad natural, tiene por finalidad la reproducción.

Por otro lado afirmar como hacen muchos que el fomento de la sexualidad reproductiva anula la sexualidad placentera, también es un error de apreciación relacionado con la internalización de pautas represivas de la sexualidad, pues tiende a hacer ver la sexualidad reproductiva, es decir natural, como una expresión sexual “impuesta”, “obligatoria” y por ende se la relaciona con lo displacentero.

La sexualidad SIEMPRE tiene intención reproductiva, intención que nos trasciende como individuos, pues es intención vital, intención de las fuerzas naturales y no exclusivamente nuestras. Si la sexualidad siempre tiene intención reproductiva, su carácter placentero o displacentero, no estará determinado por su función reproductiva; sino por diversos factores que incluyen la internalización "por caprichito" (e intereses de las fuerzas de poder) de la idea que la sexualidad reproductiva no es placentera.

Somos una especie animal que debido a las tendencias evolutivas que nos configuraron a través de millones de años, terminamos desarrollando una conducta sexual no vinculadas a ciclos estrales o de celo.
Si la sexualidad humana no está determinada por ciclos estrales, ¿ Qué es lo que despierta en el animal humano el instinto reproductivo, la conducta sexual?
Pues el PLACER, por consiguiente reproducción y placer están grabados como unidad en nuestra memoria genética

Lo que despoja o anula en la gente la capacidad de deseo son otros fenómenos culturales, que están más allá del mero interés por incrementar el tamaño poblacional.

Uno de estos fenómenos es el desarrollo de la noción de racionalidad, del dominio de las ideas sobre la emoción.

El otro fenómeno tiene por cuna el pensar lógico, la acción racional del platonismo; pero, para el período al que he referido hasta aquí, aún necesitará de centenas de siglos para completar su desarrollo y hacer su letal aparición sobre la faz de la Tierra.
Este fenómeno es el desarrollo industrial y tecnológico, con todas sus consecuencias; entre ellas las nuevas pautas que guiarán las relaciones sociales: la necesidad de dominar y disciplinar a masas enteras de población.

Volviendo mas focalizadamente al tema de la represión sexual y su origen, podría señalarse al lenguaje y su uso discursivo, como un instrumento que facilitara la reificación a nivel individual de las ideas represivas; asegurando así la continuidad y perpetuación de las mismas a través de la socialización.
A partir del uso discursivo del lenguaje se generan discursos que promueven y sustentan la trasvaloración de valores, haciendo parecer lo bueno como malo y visceversa.

La trasvalorización de valores fue un eficaz método de represión sexual, pues al tildar las expresiones sexuales divergentes de las normas sociales como malas, se las torna culpabilizantes; y no hay mejor agente represor que el sentimiento de culpa.

Así la sexualidad comenzó a perder su “naturalidad” para ganar significación cultural. Progresivamente, a lo largo de siglos, se la ha ido despojando de su expresión espontánea, dejando lentamente de ser regida por la emotividad y el deseo. Perdiendo en espíritu y ganando una falsa corporeidad que no es más que una trampa sutil con disfraz de libertad.
¡ Y es tan facil engañar a los seres humanos una vez que se les ha oscurecido el sendero que los conduce a su Alma !

A fin de intensificar el carácter negativo de lo sexual, todo lo relativo a ese campo fue definido desde el habla, como inmundo, abominable, satánico, maldito, abyecto y términos similares.
Toda expresión sexual o corporal es tildada entonces como abominable, maldita y otros términos de igual cariz, convirtiendo la sexualidad, y lo corporal en general, en un espacio de exclusiva propiedad de Azazel o Satanás; o como quieran llamar a la simbolización de la “maldad”

El discurso tendiente a lograr desvirtuar ciertos conceptos tuvo siempre mucho exito en todas las sociedades, antiguas y actuales.
Está tan reificada en las mentes la relación sexualidad-placer-demonio-mujer-pecado, que si se preguntara a la generalidad de las personas sobre el sentido y el significado del pecado original, se obtendría una sobrerrepresentación de respuestas que ligan tal sentido al sexo.

A partir de los escuetos datos referidos, puede sin embargo inferirse que la represión de la sexualidad en sus orígenes, no tenía por finalidad fomentar la reproducción en un ámbito familiar y privado.
Sino que su objetivo era fundamentalmente disciplinar al pueblo, hacerlo obediente de las normas sociales y no obediente del deseo.

Deseo: impulso que siempre ha sido considerado como absorbente, embriagador, rebelde e irracional. Ajeno a la Razón pues despierta y enajena los Sentidos para anular el Sentido; liberando la percepción de lo real, ampliándola, transformándonos en sujetos anhelantes, fantasiosos y creativos...

Y los sujetos anhelantes no tienden ni a la obediencia ni a la disciplina...

Una sociedad basada en la familia patriarcal y en el respeto absoluto a la autoridad primero paterna y luego social o estatal, no puede permitirse tamaño despilfarro de "capacidad productiva" (nótese que dije productiva y no Reproductiva), tamaña insolencia y rebeldía desatada por el simple y natural impulso del deseo hedonístico. Es decir el deseo y el disfrute del placer compartido. No hay que olvidar que el deseo hedonístico se realiza y fundamenta en el placer del otro, en saber que somos capaces de despertar su placer, que somos a la vez sujeto y objeto de placer.

El deseo implica comunión entre almas, y eso implica mucho poder, demasiado.
El fuerte carácter espiritual que tiene el deseo, lo hace un "enemigo peligroso" frente a cualquier proyecto social; pues opone al individuo a lo social para sensibilizarlo en el goce de los sentidos.

Demasiado “exceso” de vitalidad para ser tolerado por la sociedad humana, la cual ha progresado exponencialmente en mediocridad a medida que ha ganado en "civilización" y progreso tecnológico.

¿Será tal vez que la civilización y el progreso técnico necesitan necesariamente arrancar de nuestras almas el deseo, el ansia, el impulso vital y dejar solo un cuerpo vacío de todo goce espiritual?

Si, yo creo que si. Necesita destruir lo mágico y embriagador del deseo vital expresado sin culpa y con pasión, a fin de anular el radiante poder con que inunda nuestras almas. Poder que nos eleva y fortalece en verdadera sabiduría... Y entonces ya no es tan facil engañarnos con ideas “pseudolibertarias” para controlarnos y adaptarnos a burdas necesidades sociales.

Civilización y tecnología (e inmundicias derivadas) se alimentan, así, de nuestra espíritu, de nuestra energía vital. Energía que no refiere solo a nuestra capacidad vital, sino a aquella energía que trasciende nuestro cuerpo fisico, conectándonos con quienes somos en realidad, con nuestra esencia.
Podría entonces definirse, tanto a la sociedad civilizada como al mundo altamente tecnologizado en que estamos hundidos, como Vampiros Psíquicos que secan nuestras almas.

Resumidamente, se puede afirmar que la represión de la sexualidad, de la expresión del deseo y el impulso vital, hunde sus raíces en la antigüedad judeocristiana. Desarrollándose lentamente a la sombra del dominio despótico de la Razón, a veces en forma casi aletargada por la sutileza de sus formas represivas; para recobrar nuevo impulso y vigor con la revolución industrial, acunada por las torvas garras de una incipiente burguesía vampirica.

Burguesía que necesita saciar su apetito de poder no con ideas floridas de "libertad igualdad y fraternidad", ni con la expresión libertaria de ímpetus vitales, ni con sentidos sensibilizados y extraviados por dionisiacos deseos.

Sino devorando almas .- NOX UMBRA

Principio de placer y represión.

Principio de placer y represión. Aunque sea fácil demostrar que el aprendizaje es mucho más rápido a través de la recompensa que a través del castigo, parece que es un hecho muy difícil de aceptar para occidente.
La moral esclavista ha convertido a la población en poco más que niños castigados injustamente, acomplejándonos, reprimiendo nuestros intentos de encontrar placer. Se nos incita a culparnos de vagos, de viciosos, de inmorales.
Cualquier desviación del modelo de persona “seria y responsable” vendido por la sociedad esclavista es visto como una herejía. Metafóricamente, es quemado en una hoguera en la plaza pública. ¿No ponemos a juicio la libertad de los personajes populares? Su consumo o no de drogas. Su sexualidad, sus infidelidades, su gusto al vestir, ...
El sexo es una forma de placer al alcance de ricos y pobres. De hombres y de mujeres. Es por ello que existe un movimiento generalizado de represión del impulso sexual. Desde las iglesias, desde la televisión, a través de la educación, de las familias.
En cambio la violencia, los asesinatos, los crímenes, y sus consecuencias son exhibidas a horas me máxima audiencia. La competencia salvaje, el éxito laboral, todo ello es promocionado como estilos de vida deseables.
La estadística apunta que las sociedades más restrictivas respecto al sexo, tienen un índice más alto de crímenes violentos. Solo eso ya debería ser bastante para hacernos cambiar de actitud. Pero al contrario, las instituciones siguen promoviendo el escarnio público, y la represión de toda forma de sexualidad que no encaje con sus ideales. Homosexualidad, BDSM, la simple promiscuidad sexual, todo ello es sometido a un falso juicio público, donde antes de leer los cargos ya se ha declarado culpables a los practicantes.
El vacío creado por estas necesidades incumplidas, es aprovechado para promover el consumismo. A través de campañas publicitarias cargadas de contenido sexual, modelos físicos a los que parecernos para el éxito sexual. Se nos permiten algunas formas de sadismo o violencia, como desahogo a la tensión que produce esta necesidad incumplida: fobias a la inmigración, homofobia, al sexo contrario, a la izquierda política, a la derecha política, ... Algunos grupos radicales, en especial los de carácter ultra-conservador, e integrista reaprovechan ese impulso, reconduciendo el odio de su rebaño insatisfecho.
También las drogas se transforman en un refugio para los individuos reprimidos de esta manera. Incapaces de aguantar la presión del entorno en contra de sus propias naturalezas.
Además de la salud mental, incluso la física puede quedar afectada por la represión del sexo. Rigidez en la zona sacra, pélvica, lumbalgias, calambres en las extremidades inferiores, nerviosismo, ... todo ello pueden ser indicadores.

Si ampliamos nuestra visión, podemos ver que no solo el sexo genital es reprimido. El mismo contacto físico es visto con desprecio, con desconfianza. Un beso en la calle o en un bar, el contacto entre dos personas del mismo sexo, el contacto con los niños, con los ancianos, ... Todo parece encontrarse con una barrera.
Los experimentos con animales demuestran que privando a una rata de laboratorio de comida y contacto, el sujeto busca antes el contacto físico que la comida.
Tal es nuestra necesidad.
Una necesidad que lleva demasiado tiempo reprimida. Tal y como se encuentren con el primer amigo o familiar, incluso un desconocido, tóquenlo. Abrácenlo, bésenlo, encajen su mano, palmeen su espalda. Háganlo con seguridad. Con sinceridad.

El problema del mal.

El problema del mal ya aparece en la filosofía gnóstica. Si Dios es todo bondad, ¿porqué existe el mal en el mundo?
Los gnósticos respondían que existían tres entidades divinas. En otro momento podemos hablar con ella con más detalle.
Resumiendo, podemos decir que la cuestión el mal se daba porque el Dios creador de este mundo, es malvado, diferenciado de un Dios más allá de la creación y luminoso.
En esta ocasión no quiero centrarme tanto en el origen del mal en si mismo, aunque intuyo que tiene bastante que ver, como en la visión gnóstica, con la realidad material del ser humano.
Si no en el hecho que el ser humano califica como malvados impulsos intrínsecos a si mismo. El ser humano es por tanto malvado, cuando se compara con el ideal que se pide a si mismo.
Esto se enseña metafóricamente a través del mito del pecado original. El ser humano desciende de una criatura pecadora, que está en deuda con Dios, y que por tanto debe suplicar, obedecer, los mandatos divinos y, por extensión, los de sus ministros.
La tendencia general es a aceptar la sumisión y el masoquismo como la única forma válida de expiar la culpa de “pecar de pensamiento”. Yo denuncio que el masoquismo es en el fondo una forma de soberbia retorcida, un afán de protagonismo hipócrita. De esa manera, intentamos recibir algo de la gloria de nuestros ídolos masoquistas: Cristo, Abraham, la mayoría de los santos, ...
Se le llama “bien”a reprimir nuestra sexualidad, nuestros impulsos, nuestros propios valores.
Yo propongo otro método. Solo a través de la aceptación de ese llamado “mal”, y la integración en nuestro día a día podemos ampliar nuestra prisión mental, dejándonos el espacio suficiente para crecer. Permitámonos alguna travesura, algo de hedonismo, un poco de egoísmo.
No hablo de asesinato, robo y violación. De hecho los crímenes violentos se dan en mayor número en las sociedades más represivas.
Hablo de un conocimiento más profundo de uno mismo. De reconocer los propios gustos. De aprender a decir que no a la corriente principal. De intentar cumplir nuestros deseos egoístas.
Sí. Lo se. Se que seré satanizado por defender esto. Bien. Solo me estaréis dando la razón. Que el ser humano no nació para poner la otra mejilla. Que el que no se ama a si mismo no puede amar al prójimo. Que el amor no se entrega a cualquiera, si no a los que elegimos.
Recordad. Nadie os ha obligado a leer estas líneas. Nadie os obliga a hacer ningún caso de lo leído. No intentéis obligarnos a hacer lo contrario.

DCLXVI

¡No necesitamos salvación!

Estamos acostumbrados a ver aparecer y desaparecer a pretendidos pastores de la humanidad, pretendidos mesías, líderes, heraldos,...
Sin embargo hay algo que falla. No podemos creernos los del todo. Parece haber algo pernicioso detrás, tanto en los altísimos líderes, como en los sufridos militantes de su filosofía que “tan amablemente” nos traen su “grandeza”.
A mi entender la respuesta es sencilla. Toda entrega a un gran fín, está cargado de forma secreta de deseos egoístas. Está “otra cara” de su lucha por la “luz”, es la que nos produce repulsión natural.
El ser humano tiene necesidades egoístas, y aunque huya de ello hasta las iglesias, sedes de partidos, O. N. G., nunca podrá hacerlo lo bastante rápido como para dejar atrás, ese “lado oscuro”.

¿De que males están cargados estos "salvadores de la humanidad"?

En sus bases, estos movimientos suelen estar afectados de una cierta mentalidad masoquista. Donde el ser humano entrega su individualidad y su bienestar a un fin superior. El “neófito” es enseñado rápidamente a bajar la cabeza, a aceptar ordenes, a no cuestionar al líder. El que se sale de la norma, es reprendido con rapidez. ¿No estamos pues ante el caso de una secta destructiva? Ese es el comportamiento de muchos grupos bien considerados socialmente. No entraremos en detalle, pero los partidos, sindicatos, iglesias mayoritarios pueden ponerse a observación y que el lector juzgue por si mismo.

¿A que comportamiento conduce esto en sus fervientes seguidores?

Desde estas líneas denuncio y rechazo el vampirismo emocional al que se somete a quien no les sigue el juego. El participante en estos juegos absurdos, tiene la necesidad de culpar a los otros de que su utopía no se cumpla. Esta infelicidad, es suplida generalmente con el trabajo de “extensión” o “predicación”, eufemismo para denominar la captación de nuevos adeptos.
En ocasiones, este vampirismo lleva a grados tales de repugnancia, que si no fuera por el prestigio o poder de esas instituciones, serían quemadas en la hoguera de los medios y la opinión pública. Uso de menores en sus campañas, tráfico de datos desde las instituciones públicas con el fin de bombardearnos con su información, ...
Por si fuera poco, el masoquismo y la represión a la que se habitúan en su trabajo, les mueve a comportarse como auténticos sádicos con sus subordinados (cuando por fin los consiguen), perpetuando el sistema de acoso y derribo de todo elemento “herético”, “rebelde”, y, a veces, simplemente más capaz que su superior.
Solo la aceptación de los propios deseos egoístas, de las propias necesidades, de ese otro lado “oscuro”, nos permite ser lo suficientemente completos como para afrontar la realidad sin prejuicios.

¿Y que ocurre con sus líderes?

Estos suelen estar afectados del mal de la búsqueda de protagonismo. A veces, hasta pareciendo psicópatas.
No les basta con ser “buenos”, entregados a la causa. Necesitan ser queridos, ver sus retratos en grandes carteles, ser idolatrados.
También puede darse el trastorno de que se crean afectados de creerse un mesías. Un ser especial que está destinado a llevar a la humanidad a un gran despertar. En otras palabras: Megalomanía
De nuevo encuentro la explicación en la falta de aceptación de sus necesidades egoístas. En el fondo, ni el Paraíso, ni la revolución, ni el progreso económico pueden llenarles, porque son sus necesidades las que claman desde sus Infiernos personales.

Y llegados aquí, ¿qué es lo que propongo? En vez de huir hacia una luz cegadora, os propongo confrontar por una vez la oscuridad. Mirar al rincón oscuro, en el que hay un niño castigado injustamente. Liberemos al niño de culpa, y al mundo de la cadena de miedo e injusticia que arrastra.

Por DCLXVI